domingo, 3 de octubre de 2010

300.

– Tus labios pueden acabar lo que han iniciado tus dedos. ¿O el oráculo también te ha despojado de tus deseos?
– Haría falta algo más que las palabras de una adolescente ebria para que cesara mi deseo por ti.
- ¿Y entonces porque estas tan distante?
- Porque parece que las palabras del oráculo, esclavo y cautivo de viejos lascivos pueden prender fuego a todo cuanto quiero.
- ¿Y eso roba el sueño de mi rey y le hace abandonar el calor de su cama?, solo las palabras de una mujer deberían turbar el humor de mi marido. Las mías.
– Y que puede un Rey para salvar su mundo cuando aquellas mismas leyes que ha jurado acatar le obligan a no hacer nada.
– No se trata de lo que un ciudadano de Esparta debería hacer, o un marido, o un Rey. Pregúntate amado mío que haría un hombre libre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario